Restaba mucho día por delante, pero nosotros no quedábamos muchos, ya que nuestros aliados huyeron. A pesar de nuestra desventaja numérica, no sentíamos miedo. Confiábamos los unos en los otros. Hermanos de batalla. Ninguno era superior a los demás, ninguno era inferior a los demás. Todos iguales. Luchábamos por un único objetivo: Que nuestras familias allá en nuestra patria estuviesen a salvo.
Ya podíamos ver las banderas de nuestros enemigos persas frente a nosotros, la batalla tendría lugar más pronto de lo esperado. Nuestra estrategia se basaba en nuestro conocimiento del terreno. La mayor parte de nosotros aguantaríamos el primer choque de fuerzas, mientras que una pequeña sección, una vez producido el choque, se situaría detrás del enemigo para evitar su retirada.
Los cuernos sonaron, la tierra tembló, escudos al frente y lanzas en punta... Entonces se produjo el choque. La primera línea aguantó, gracias al apoyo de los compañeros de atrás, mientras que los persas se vieron ensartados en las lanzas. Una vez producido el choque, todos a la vez deshicimos la falange, levantamos escudos y liberamos lanzas. Justo entonces salió la 2º línea por nuestros lados y cargó contra el maltrecho enemigo. Fue una autentica matanza, sus tropas, inexpertas en combate, cayeron sistemáticamente bajo el poder, habilidad y experiencia de nuestros guerreros.Intentaron emprender la huida, pero al girarse vieron la sección de flanqueo, que terminó con ellos.
No hubo supervivientes.
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